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Mostrando entradas de abril, 2014

No quiero vivir 100 años I don´t want to live 100 years

Entre las muchas cosas que he oído a Papá Flinn toda la vida, me quedaría con lo de “quien no arriesga, no gana”. A estas alturas, pienso que es verdad y que quizá no sea tanto arriesgar, sino simplemente, apostar. Poner más interés o ganas en algo.  Por eso soy insistente y, en ocasiones, no en tantas como yo quisiera, todo se configura para lograr lo que quiero. Así, es un placer para mí poder anunciar que la ventana de mi cosmos se abre de par en par  en laBlogoteca del Diario 20 minutos. No está nada mal.  Son 37.950 blogs que aparecen en este megadirectorio abierto a muchas  clases de mundos. Muy contenta me hallo. Mi padre también  solía decir cuando éramos pequeñas que nunca olvidáramos que éramos princesas. De las de collares en ristre o de las aventureras, pero siempre especiales. He de reconocer que mi hermana fue toda la vida bastante grave en sus decisiones y que sabía lo quería sin detenerse a pensar en más. Eso siempre me llamaba la atención. Podía parar de

Marea alta. Reciclando palabras. Cosecha de una vida (II) High tides. Recycling Words. Harvesting a life

Proveniente de mi cajón os dejo más de Cosecha de una vida. Se despertó en su cama, en la de cuando era un chaval. La casa en el centro de Madrid la había vendido ya hacía tres años, la última vez  que estuvo en España. Ahora estaba aquí de nuevo, en las afueras. Los techos eran muy altos. Era una sensación rara pues ya se había acostumbrado a su piso de Nueva York, que aunque bien situado, era pequeño y de techos algo bajos. La casa de sus padres, en este momento,  con la distancia, parecía enorme. No sabía qué hora podía ser. Las ventanas de la casa estaban protegidas por contraventanas de madera que evitaban que el sol diese alguna pista. Pero oía a su madre. Con su voz cantarina, un poco apagada, conversaba con su hermana Blanca. Jorge debía dormir todavía. Pensó en lo mayor que estaba. Tenía ya casi diecisiete años y como decían, se parecía a su madre y a su tío Jorge al que debía su nombre. Tío Jorge murió joven, y sus padres decidieron que para perdurar su memoria