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Bocadito de Sevilla. 4 Spanish Way


Bocadito de Sevilla

Que Sevilla tiene encanto es innegable. Y que tiene una doble vida también. Por la mañana, todo el mundo sigue el ritmo de calor, así que encontrarás a quienes se mueven rápidamente de una sombra a otra, a portadores de sombrillas (que no paraguas) y a los que no tienen más remedio que aguantar las caricias del astro rey por razones laborales. Por la noche, las calles se visten de luz  y los sevillanos pueblan cada rinconcito con arte y gracia. Porque es así y  tampoco se puede negar.

Paseando en calesa

Propongo al visitante lanzarse a la conquista de esta bella ciudad, teniendo una primera toma de contacto a través de las elegantes calesas que bajo un toldo protector y acompañadas del ritmo relajante de los cascos del caballo sobre los adoquines, nos mostrarán la impresionante GiraldaTorre del Oro, la Torre de la Plata, la Universidad, el Parque de María Luisa donde desde nuestro privilegiada posición podremos admirar su grandeza y el acierto de quien la proyectó  para la Exposición Universal de 1929 y, por supuesto, el río Guadalquivir que baña con sus aguas a la capital hispalense.

Da auténtico vértigo pensar en lo importante que ha llegado a ser: riquezas y cultura se unieron en la ciudad durante mucho tiempo y hoy es una urbe moderna que no descansa, aunque en sus barrios y cuando paseas cerca de la Maestranza, tan blanca y ocre, tan bonita, parece que el tiempo se hubiese detenido. De este primer contacto, podremos dirigir nuestros pasos hasta aquello que más nos interesó.

Shopping

Debemos tener en cuenta también que en este lugar la moda es importante, que diseñadores prestigiosos tienen aquí sus talleres por lo que ir de shopping es inevitable. Visitaremos entonces las tiendas de Victorio y Lucchino como muestra y admiraremos sus propuestas, sus formas y colores. Pero también podremos descubrir otras pequeñas firmas que nos encandilarán y que nos arrastrarán a la compra, como Toro de fuego, diseños divertidos y elegantes basándose en el querido astado. Me asalta entonces la necesidad de adquirir algo diferente, arraigado: quiero una prenda de lunares porque lo demás, los que me ofrecen otros lugares me parecen topos. Los auténticos lunares son sevillanos… o así lo siento ahora yo.

Descanso para el viajero

 Sevilla además presenta muchas opciones en cuanto a alojamiento. Nos acogerá con cariño en cualquier rincón, pero mis sentidos se quedan con la visión de la ciudad con la Giralda y de la Catedral  mientras en su coqueta piscina me refresco. Inolvidable. Os recomiendo el Hotel Bécquer (Reyes Católicos, 4) que resulta ser céntrico, cómodo y te puede acunar en tus días en Sevilla. Es un auténtico oasis urbano.

A pedir de boca …

La gastronomía hispalense nos regala sabores exquisitos que encontraremos en sus manjares de mar como quisquillas,  gambas, cigalas, tortillitas de camarones, langostinos tigres, navajas, … En la terraza de Romerijo (Avda. Eduardo Dato, 23) que agasaja al público desde 1952, al fresquito si hay suerte, disfrutaremos de todo. Y no podemos pasar por alto las tabernas que te asaltan como bandoleros, por lo que os invito a la Taberna Matahambre (c/ Adriano, 34)  que dispone de una carta original, llena de platos deliciosos.

El omnipresente Guadalquivir

Ahora, erase una vez un río llamado Guadalquivir al que llegaban desde el Nuevo Mundo riquezas sin parangón y  que debemos admirar sobre las nueve de la noche para encontrar la mejor luz. Un barco durante una hora nos presentará las dos orillas, con sus mejores vistas, con su mejor perfil. Merece la pena dejarse mecer por sus aguas y la brisa que si tenemos suerte nos acompañará durante el trayecto.

Con nocturnidad…

Ya en tierra firme, el ocio nocturno merece un punto y aparte. Os invito a la calle Betis, a sus terrazas que preside la risa, la felicidad bien llevada y las riquísimas tapas regadas por un fino fresquito que bajo las estrellas nos dejará un sabor dulce que tendremos que rematar en Casa Anselma, un local en pleno barrio de Triana que todo visitante necesita pisar y que es referencia obligada en la noche sevillana. Allí encontraremos todo tipo de habitantes nocturnos: de aquí, de allí y de fuera. Gente guapa y juerga, mucha juerga. Como maestra de ceremonias,  Anselma, una mujer que igual que canta y baila reclama entre risas a los asistentes que consuman más copas. Baile, cante y una Salve rociera que, al menos, la primera vez emociona. Cada noche algo distinto, depende de los que acuden, de sus ganas o buen humor. Anselma y su gente te anima. Os recomiendo una nochecita en su compañía. No os dejará indiferentes.

Muchas cosas más se podrían apuntar para un viaje por la tierra que fue romana, visigoda, cristiana y musulmana, acogedora desde tiempos inmemoriales del que va de paso y que te enamora. Un destino de los de “no morir sin” haber recibido el aroma del jazmín y el azahar que desprende.


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