En plena era de
Internet en la que se nos dice con alegría que podríamos subsistir sin salir
del salón de nuestra casa a base de navegar y elegir lo que nos apetece, os
propongo algo diferente: que vivamos todo un fin de semana sin salir, pero de
una calle centenaria: la Gran Vía.
Desde la calle Alcalá
hasta la Plaza España tenemos para disfrutar de nuestras casi cuarenta y ocho
horas a lo largo de sus 1.316 metros entre hoteles, tiendas, restaurantes,
cafeterías, teatros, cines, bancos, etc.
Día 1
De día.
Edificios
y teatros. Shopping
Dejamos nuestras maletas en la habitación
que reservamos en el Vincci Via 66 (Gran
Vía, 66), un hotel de cuatro estrellas con habitaciones de diseño que valen su
precio por su ubicación y su decoración exquisita. Desde la ventana divisamos
la Plaza España a la derecha y la Gran Vía en todo su esplendor a la izquierda.
Este campamento base nos ha resultado ideal para nuestro propósito de recorrer el
más de kilómetro y medio, sin perdernos
nada.
Paseamos admirando los
edificios espectaculares que nos dibujan el camino y descubrimos la cantidad de
funciones que se representan en sus teatros y cines reconvertidos, que por algo
han bautizado esta zona como el Broadway madrileño: el Teatro Compac Gran Vía,
que acoge Nebbia, una nueva representación del Cirque Eloize; el Teatro Rialto
con Los 40 Principales El Musical; y el espectáculo dedicado a Michael Jackson,
en el Teatro Lope de Vega Forever King of Pop… Hay muchísimas opciones y todo muy cerca.
Más adelante, nuestros
pasos nos llevan a localizar un curioso escaparate que se abre ante nosotros: casas de muñecas,
peluches, … Es Así, una juguetería
preciosa, con detalles de calidad y buen gusto. Se trata de una de esas tiendas
que tiene un hueco ya en el corazón de los madrileños. Todo un clásico junto a
las típicos comercios de recuerdos con bolsos, camisetas, paraguas, gorras…
artículos que promocionan el nombre de la capital por donde quiera que vaya su
propietario.
En cada acera los
escaparates nos invitan a ir de shopping
y me vuelven loca con marcas populares
como Zara, H&M, Lefties, Sfera, Bershka, etc. La tienda de
Stradivarius nos atrae por su música y la luz tan tenue que mezcla con ropa joven
y moderna a lo largo de sus dos pisos. Juraría que estoy en una discoteca.
Unos números más y tras
los cristales nos muestran prendas llenas
de color y glamour como el internacional Custo Barcelona (absolutamente in) y Loewe, que me obligan a suspirar… Oh, my Good¡¡¡
A
bocados
Mi tarjeta de crédito y
yo tenemos demasiado calor. Toca airearse. Me doy cuenta que en todo el fin de
semana no echaremos de menos disfrutar de un buen aperitivo, almuerzo, merienda
o cena.
Nos animamos a
practicar el deporte madrileño de tapear y así descubrimos el Mercado de la
Reina (Gran Vía, 12) donde en un ambiente exquisito degustamos unos pinchos que
nos recargan las baterías: pinchos morunos con patatas del mercado, jamón
ibérico con queso brie y unos boletus salteados con ali oli de miel regados con
unas cervecitas…
El
cielo de Madrid. Siesta
El cielo de Madrid del
que tanto se ha escrito y dicho, acaricia a los viandantes que sonreímos al sol
y que nos acompaña en nuestra alegre vuelta al hotel para, de nuevo, llevar a
cabo otra estupenda tradición: la siesta. Esta noche queremos trasnochar y sin
fuerzas, no hay fiesta.
El
pulso de una gran ciudad
De nuevo en marcha,
salimos en busca de una terraza para poder reponernos de la siesta (algo
imprescindible) y ver la vida madrileña pasar. Nos instalamos en un Starbucks y
observamos los coches, los autobuses turísticos, los balcones de los edificios
que hemos podido distinguir como afrancesados, otros de inspiración americana y
los continuos carteles que nos recuerdan el centenario.
Aquí sentados sentimos
el pulso de una gran ciudad.
De noche
Chicago.
Chicote.
Teníamos muchas ganas y
ya el momento ha llegado. Nos sentamos en las butacas del Teatro Coliseum para
sentir el Jazz en nuestras vidas. Sus personajes lo dan todo y se nota. La
música, el baile y los números nos hacen vibrar.
Bajo las estrellas y
las luces de neón pateamos la calle hacia Chicote, un bar de ambiente selecto y
de lo más in, donde tomamos una copa
para cerrar el día.
Día 2
Al sol y al
atardecer
Exposición
Centenario de la Gran Vía. Aires cosmopolitas
Salimos dispuestos a
que se nos desvelen más secretos y acudimos a la Exposición de los Cien años de
la Gran Vía con fotos en un recorrido hasta su aniversario. Nos damos cuenta de
que este bulevar se abre a otras zonas que podríamos descubrir como Callao,
Montera, Chueca, dignas de otro reportaje. Pero no me disgusta el recorrido que
nos hemos impuesto y contemplamos el impresionante Edificio Metrópoli tan
filmado y que impresiona tanto de día como a la luz de la luna.
En nuestro periplo nos
encontramos también con todas las cadenas de fast food que nos podamos imaginar
y sí hemos pecado y nos dejamos llevar
por una rápida solución para poder seguir caminando y acudir al Palacio de la
Prensa, un cine con solera.
A media tarde, tras ver una película en uno
de los pocos cines supervivientes, el aire cosmopolita de la centenaria nos
arrastra a probar riquísimos dulces en la franquicia belga Le pain quotidien,
así como acordarnos de una amiga y comprar un bonito colgante en Lala Italia.
He de admitir que
también se dan los contrastes entre modernidad y tradición, en una especie de
cuidada fusión que se observa en el cliente que lee un periódico mientras un
limpiabotas canturrea un “Que viva España” sacando brillo.
Definitivamente creo
que nos llevamos un trocito del alma de la calle que me obliga a mirar hacia
arriba donde se unen cielo y arquitectura que ha sido testigo de excepción de
tanta historia.
Gran Vía me has
conquistado.
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